viernes, 27 de abril de 2012

Parque de robles de Belén García Casas en Cuento de cuentos


El texto disparador es el comienzo de "Continuidad de los parques " de julio Cortázar: 

Había empezado a leer la novela unos días antes. La abandonó por negocios urgentes, volvió a abrirla cuando regresaba en tren a la finca; se dejaba interesar lentamente por la trama, por el dibujo de los personajes. Esa tarde volvió al libro en la tranquilidad del estudio que miraba hacia el parque de los robles…”


PARQUE DE ROBLES. (Por Belén García Casas, 4ACI)


Compró aquella intrigante novela, de nombre poco prometedor, en una librería pequeña del centro. Había empezado a leer la novela unos días antes. A regañadientes la abandonó por negocios urgentes, pero no hicieron más que aumentar sus ganas por continuar con su placentera lectura, volvió a abrirla cuando regresaba en tren a la finca, esa finca que no quería olvidar. Concentrándose en su novela se dejaba interesar lentamente por la trama, por el dibujo de los personajes, y por toda aquella realidad que no era la suya. Esa tarde, en la que no lograba olvidar de sus recuerdos, esos que ella prefería apartar de su mente, sin pensarlo un minuto mas volvió al libro en la tranquilidad del estudio que miraba hacia el parque de los robles, que revivían aquellos viejos tiempos, llenos de risas, sin relojes, sin preocupaciones y con un amor que no le correspondía. Pero ese amor ¿era realmente no correspondido? Ella no sabia la respuesta y prefería no saberla, pues, todavía conservaba la esperanza de que el sentimiento que no hacia mas que completarla, fuera mutuo; aquella duda alborotaba su mente, introduciéndola en un sinfín de preguntas que no tenían respuestas, o por lo menos ella las desconocía, desde hacia años que intentaba alejar esos interrogantes, aplacándolos con un presente lleno de éxitos en los negocios y romances sin futuro alguno, que suplantaban por un momento el sentimiento del verdadero amor, antes encontrado y ahora olvidado...
 Sin desearlo recordó el objeto de  su amor. Su nombre era Mauricio, un joven que poseía una belleza que iba mas allá de su aspecto físico, rió tras recordar que una vez ella misma lo había considerado un joven sin gracia alguna. Cuando lo conoció, había ido a pasar una vacaciones a la finca de sus abuelos, ellos fueron quienes los presentaron, ya que eran los únicos jóvenes en la finca. Él era el sobrino del capataz, y se mostró sumamente dispuesto a entregarle su amistad, ella lo supuso, porque no paro de hacerle preguntas sobre cuales eran sus gustos. A medida que conversaban ella no pudo evitar admitir que poseían muchas cosas en común y que serian unas fantásticas vacaciones gracias a su compañía.
Ella le pidió a sus abuelos que no trataran a Mauricio como el sobrino del capataz, sino mas bien como un amigo de ella, sus abuelos no tuvieron objeción alguna en que ellos disfrutaran de la pileta, que salieran a cabalgar, ni en ninguna de las otras actividades que realizaban juntos desde que se despertaban hasta bien entrada la noche.
Poco a poco comenzó a enamorarse de Mauricio y sentía que él no le era indiferente pero nunca se atrevió a confesárselo. Solo una vez mientras estaban en el bosque de los robles,  rodeados de la luz tenue producto del anaranjado atardecer, ella lo miro, y supo que él era con quien quería compartir su vida para siempre; él le devolvió la mirada, ella vio como él escrutaba su rostro, como si estuviera tratando de no perderse del mas mínimo detalle, como si tratara de recordarla para siempre, como si no existiera un mañana. En ese momento se levanto y comenzó a andar en dirección hacía la finca, ella lo siguió sin decir una palabra, esa noche trató de descubrir el significado de esa mirada, pero decidió creer que el tiempo seria el encargado de develar el misterio de aquellos ojos marrones, que cuando querían no decían nada y cuando  lo deseaban, eran innecesarias las palabras.
Sus vacaciones siguieron y no hubo más de aquellas miradas, solo se escuchaban risas de dos jóvenes que no tenían noción ni del tiempo, ni de nada mas que no fuera su mutua compañía. El verano acabo, cada uno volvió a su vida normal y prometieron encontrarse allí mismo el año siguiente. Al verano siguiente ella regreso a la finca y Mauricio estaba allí esperándola, y así pasaron dos años.
Transcurrió un año más y ella decidió que no tenía sentido continuar con su secreto, volvió a la finca pero Mauricio no estaba allí. Pregunto por él a cada persona que pudo pero  nadie le respondía sus dudas. Entonces decidió ponerle fin a aquello, fue directamente a zanjar el problema de raíz: Buscó al capataz y le pregunto por Mauricio, el hombre muy orgulloso le dijo que ni ese verano ni ningún otro Mauricio volvería por allí, ya que, como se había casado prefería vacacionar con su mujer, en ese momento ella sintió que su corazón se rompía y decidió no volver nunca mas…
Tras recordar su triste historia de amor, decidió recorrer aquella finca, que sus abuelos amaban tanto, pasó por la que solía ser su habitación, se acostó en la cama que estaba ubicada en el centro y sintió una rigidez en la almohada, se levantó, la palpo y descubrió una carta. La leyó, pertenecía a Mauricio, había sido redactada un año antes de su casamiento, en la carta él le decía que la había amado desde el primer momento que la vio y que había comenzado por conformarse con ser su amigo, ya que como ella no le había dado señal alguna de reciprocidad de su amor él había preferido mantenerlo en secreto hasta que tuviera el valor de confesárselo sin temor a su rechazo, él espero pacientemente, hasta que un día, se resignó y decidió mirarla, mirarla hasta recordar de memoria la figura de su boca, de su nariz, tratando de nunca olvidar ese pequeño lunar que posaba cerca del lado derecho de su boca, tratando de recordar lo que nunca seria suyo, le confesaba que se iba a casar para saber si así podría olvidarla.
   Releyó la carta hasta que las lagrimas le obstaculizaron la visión, no podía creer que tanto años de sufrimiento pudieron haber sido evitados, ella siempre había tenido el consuelo de pensar que él, por lo menos, había sido feliz, pero no, el había sufrido por ese amor tanto como ella misma; ¿Qué debía hacer? Decidió ir a buscarlo. Buscó al capataz que continuaba trabajando en la finca, lo encontró y él le dijo que Mauricio, su esposa e hijos vivían a un par de kilómetros, decidida a hablar con él fue para allí. Llegó a una casa deslucida, aplaudió para ver si alguien la oía pero no fue así, entonces entró, y fue directo al fondo… y allí lo vio, trabajando la tierra con sus hijos, de repente vio como una niña sumamente hermosa les acercaba vasos con agua. Entonces, mirando para recordar lo que nunca seria suyo, se dio media vuelta y se fue, decidida a olvidar, pues no se puede vivir en el pasado. 
                                                                 

Comentario: El texto maneja muy bien la construcción de la temporalidad. Comienza en un presente en el que se lee una novela, y es el escenario de la finca el que provoca el recuerdo de la protagonista. Del mismo modo, la evocación amorosa se interrumpe para volver a ese presente, y la aparición de la carta reaviva la ilusión. Por otra parte, la focalización del punto de vista sobre la protagonista hace que sigamos las peripecias de su enamoramiento y su desilusión sin conocer antes que ella ninguno de los hechos que traman la historia. 

2 comentarios:

Unknown dijo...

como soy re viva comento mi propia historia, esta un poco pobre :B

Biblioteca de Lujan dijo...

Hola Belen!! muy bien por comentar tu propio trabajo! a mi me gusta mucho!! y a la profe también le gustó mucho! besos!!