Mediante la lectura nos hacemos contemporáneos de todos los hombres y ciudadanos de todos los países. Houdar de la Motte
miércoles, 28 de noviembre de 2012
3er premio Concurso Cuento Breve 2012 - Agustín Piacentini
Que Dios los ayude
Cansado de pensar infinitas soluciones para ayudar al mundo,
el se dio cuenta que necesitaba un
respiro. Su nombre era Dios, y
aunque realmente lo era, necesitaba claramente un descanso, tal como estar en
pausa un momento.
Trabajaba en el
centro del mundo, logrando solucionar millones de problemas en menos de un
minuto. Se sentó a tomar un café y pego un vistazo a lo largo de los
continentes. En Europa, personas con mucho dinero realizando una fiesta en
honor a la victoria de su equipo de golf. En África, más precisamente en Ghana,
niños jugando con leones pequeños, disfrutando de la naturaleza. Llegó a China,
en Asia: un hombre ciego, muy desesperado al sentir que no podía cruzar la
calle y nadie lo ayudaba.
Luego de varias recorridas, arribó a Sudamérica, Argentina.
Era un domingo 27 de octubre y faltaban cinco minutos para la seis de la tarde.
En ese instante, se estaba disputando el súper clásico del país. Defensores
Unidos versus Atlético Capital, 45 minutos casi cumplidos del segundo tiempo,
el marcador empatado en cero, él árbitro sopló el silbato y tiro libre de mucho
peligro para el conjunto local.
Dios, como cada domingo,
era muy indeciso con las definiciones de los partidos y esa vez,
prefirió hacer un análisis. Observó el estadio completo y vio las hinchadas
cantando hasta quedarse sin voz. Los directores técnicos muy callados y
nerviosos, el que iba a patear el tiro libre, el arquero y por último, dos
amigos, uno más asustado que el otro. Había mucha adrenalina en el estadio.
Pensó a quien darle una mano. El arquero, veterano, bastante
gordito, y además no realizaba bien su labor bajo los tres palos. Nunca había
podido ser figura, ésta podría ser la primera vez ¿no? Si atajaba se
convertiría en tapa Olé o lo podrían invitar a programas televisivos a ocupar
un lugar a lo largo de la semana.
El que estaba por patear el tiro libre, el 10 de Defensores.
Manejaba de forma excelente la pelota, fachero, buen físico. Además era su
primer clásico luego de su vuelta y posiblemente el último. Su objetivo no sólo
era ser campeón sino que también quería conquistar a la hija del presidente del
club. El tiro libre era clave, a ella le gustaba la fama y si hacía el gol
sería el héroe. Entonces Dios, pensante, llegó a la conclusión de que ése era
el momento.
También era el momento de analizar a los Directores
Técnicos. Uno estaba más complicado que el otro. Al del equipo local, si no
ganaba, lo echaban. Prácticamente igual, lo que sufría el otro Técnico, el de
Atlético, que si perdía dejaba su cargo. El de Defensores era separado, con dos
hijos y dos hijas que mantener, su esposa estaba loca. En cambio, el del equipo
visitante, soltero, cuidaba de su madre, enferma y viuda, y no tenía hermanos.
En su última recorrida, pasó por las plateas. Los dos amigos
se comían las uñas mientras el árbitro colocaba el spray. Además de su equipo,
pensaban mucho en su apuesta: el perdedor pegaría el asado “incluyendo
achuras”, había dicho Luis, hincha de Defensores. Le encantaban las apuestas,
de hecho, gastaba mucho de su jubilación en la Quiniela. En cambio Carlos, más
tranquilo, sólo respondió que sí, sin pensar en los gastos de ese famoso asado.
Dios se enojó al verlos persignándose y exclamó irónicamente: ¡No van a misa
desde hace años y ahora, por un insignificante partido, rezan!
Dadas las opciones, la pelota bien frenada en el vértice
izquierdo del área. Los relatores expectantes. Mucho nervio y ansiedad. El
arquero esperaba volar al lugar exacto, el 10 ponerla en el ángulo. Mientras
tanto, Dios pensando qué hacer. ¿A quién beneficiar? ¿Merecía el arquero el
éxito? ¿O lo merecía el 10? ¿Qué entrenador precisaba más el trabajo? ¿Qué
hincha merecía la victoria de su equipo?
Tantas cuestiones por resolver que hasta el pensó en tratar
de suspenderlo con un diluvio u otra interrupción. Para menos problema, cambió
de imagen y colaboró con el señor chinito para que pudiera cruzar la calle.
Pensó: la resolución del partido queda en manos de la competencia, que Dios los
ayude. Y se rió.
2do premio Concurso Cuento Breve 2012 Mariana Serfati
Cada loco con su tema
En la oscuridad las sombras se
tornaban tenebrosas, aquel candelabro cubierto de
telarañas daban indicio al descuido de toda la mansión, la
luz de las velas empeoraban
la sala de estar y los sonidos roncos causados por Román
producían eco, en aquella propiedad de José c paz. Los ruidos chirriantes de
las escaleras viejas de madera se confundían con el chillido de una rata. Pero
no importaba que tan descuidado estuviera, que sonidos produjera o que
espeluznante fuera el lugar, Román estaba acostumbrado, y parecía hasta complacerle vivir en ese lugar.
Qué podría molestarle a ese hombre,
qué podría causarle temor, si se crío en soledad en esa mansión, si no tuvo
experiencia en el amor; lo único que demostró amar, era tocar el órgano. Sus
melodías tristes acompañaban el entorno del lugar, su espalda recta, sus manos
ágiles, eran perfectas para tocar el órgano; su pelo rojizo oscuro y su nariz
perfectamente respingada , lo hacían un hombre apuesto.
Se lo que piensan, ¿De qué vivía?
púes bien no lose, pocas veces lo veía salir, pero a la media hora, volvía con
el diario bajo el brazo conduciéndose hacia su hogar, sí aquella mansión podía
decirse hogar. Yo solía sentarme en la vereda de mi casa y lo observaba, mi
casa perfectamente puesta en frente de la suya, me permitía observar con cierto
privilegio.
Les contaré la historia de Román…
Román no siempre fue un hombre de
esconderse ante el mundo, ante la luz del día. Si bien, el se crío en aquella
mansión, su padre lo acompaño hasta lo 11 años de edad, luego él se embarco en
el año 1982 para defender las islas Malvinas de los ingleses. Él falleció
en la guerra. Su madre tuvo la desgracia
de morir en el momento de dar a luz. Al no tener más familia Román quedo en
soledad. Nadie intervino en la vida de aquel joven, excepto yo. Todas las mañanas,
dejaba sobre el porche de su casa, una taza de chocolatada tibia y dos panes
con manteca. Pocas veces los tomaba, pero me resultaba satisfactorio ver como
dejaba la taza vacía nuevamente sobre el porche.
Cuando él cumplió los 19 años de
edad, decidí acercarme con el fin de acabar con su soledad. Más de una vez me
rechazo y la última digamos que hubo una mala experiencia; es inexplicable la
agresividad y la fuerza de Román.
Solía ignorarme cada vez que le
tocaba el timbre en su casa, las persianas permanentemente bajas daban el
aspecto a que nunca estaba. La última vez salió, su cara transformada, sus
brazos tensos y sus ojos sobresaltados, me asustaron no lo niego. Tome aire,
junte coraje y le dije casi susurrando un “hola”. No pronunció una palabra,
pero su mirada me persuadió y sus manos tomaron las mías. Deje que las
tomara. Comenzó a apretarlas. Empecé a
temblar. No las soltaba y cada vez presionaba más. Se me escapó un grito. Se me escapó una
lágrima. Al ver mis ojos llorosos, me soltó de pronto, se miró las manos y su
cara reflejo estar sorprendido con una pizca de decepción. Yo me fui de
inmediato. El entro a su casa.
En ese momento entendí que algo lo
hizo reaccionar, ¿Mis lagrimas tal vez? En ese momento no lo supe.
Pasaron días, que se transformaron en
semanas, semanas transformadas en meses, meses eternos que no llegaban a su
fin. Desde ese día no lo vi salir más.
Una mañana me levante, el sol aún no
salía en época de invierno. Me sorprendí y mi sonrisa matutina se desvaneció al
ver, una ambulancia y varios patrulleros que no tuve intención de contar. Me
acerque temblorosa hacia la Srita. Stoshanoft , que en ese momento estaba
dando declaraciones, ella era una mujer cerca de los 70 años, ubicada al lado
de la casa de Román. Por lo que logre escuchar, ella había denunciado un aroma
nauseabundo que provenía de aquella mansión tenebrosa.
El aroma era el cuerpo en
descomposición de Román, que vaya a saber cuando falleció; al poco tiempo, me
informé que no falleció, sino que se suicido, no se como, no quise
averiguarlo. Pero no es todo, nada era
suficiente para el marco terrorífico que tenia la vida de ese hombre; dejo una
carta, dedicada. Que los detectives forenses no estaban permitidos a leer. La
dedicatoria era para Elizabeth Juárez. Al
oír aquel nombre, recitado y rectificado por el detective forense; mi
cara se transformo, mis piernas se aflojaron, sentí como me bajo la presión y
con voz temblorosa logre decir “esa soy yo”.
No sabría explicarles, lo que causo
en mí, leer esa carta. Sería preferible que la lean por ustedes mismos.
“Querida Elizabeth…
No diré que
eres la causante de que me suicidara, no diré siquiera de que fuiste un motivo.
Quiero que razones bien cada palabra que leas, cada motivo oculto de mis
reacciones y forma de ser; te las explicare. No soy de escribir y como te
imaginas apenas se comunicarme con una persona.
El día en que
te tome las manos, fui impulsivo y no tome conciencia de mis actos, al ver
lágrimas brotar de tus ojos, me transporto automáticamente al día en el que mi
padre se despidió de mí, al último día que me abrazo, que me tomo las manos y
me dijo que me amaba, que él iba a volver. Fue la primera vez que vi llorar a alguien, ese día no supe como
reaccionar y una avalancha de sentimientos recorrieron mi cuerpo. ¿Cuáles? No
sabría explicarlos. Solo se que al ver tus ojos iluminados, me recordaron a los
ojos de mi padre.
Medite días
enteros, me realice preguntas que jamás me había hecho. Pero no tuve respuestas
para todas. Me arrepentía de mis actos, de mi forma de actuar, de vivir la
vida de mi forma de verla también.
Me sentí
obsoleto.
Rectifico que no
fue tu culpa.
Decidí suicidarme, para tener la
oportunidad de nacer de nuevo, y vivir la vida como debe ser. No fuiste la
causante, pero digamos que quiero volver a disfrutar de más chocolatadas.
Tal vez no
entiendas mi metáfora, pero en fin; uno siempre sabe que, cada loco con su
tema.
Gracias…
Atte: Román Pazzarino.”
Decir que solté un llanto
inexplicable sería poco. Pero al releerla, me di cuenta que murió con la
esperanza de vivir una vida mejor. Seguí mi vida sin interrupciones, con la
ilusión de que al renacer Román de nuevo, sea el niño que espero en mi vientre.
martes, 27 de noviembre de 2012
1er Premio Concurso de Cuentos breves 2012 Leticia Sarli
Círculos
Parte 1: 6 a.m.
A las 6 de la
mañana del viernes 15 de septiembre, Marina apagó su despertador, como siempre
lo hacía, y dio gracias de que fuera el último día de la semana. Entró al baño,
como era su costumbre, y observó su rostro en el espejo: la sombra oscura
debajo de sus ojos servía de recordatorio de las 3 horas de sueño que había
tenido aquella noche.
Pegado al espejo,
encontró el papel cuadrado amarillo que Joaquín dejaba siempre que se iba a
trabajar: “El amor es como el viento” decía, escrito con su puño y letra, “no
podemos verlo, pero podemos sentirlo. ¿Ya te dije lo hermosa que estás hoy?”.
Siempre le arrancaba una sonrisa, y pensó que, si a Emilia le complacía la
presentación de hoy, tal vez por fin podrían tener la luna de miel que tanto
esperaban.
Parte 2: 6:20 a.m.
Antes de las seis
de la mañana, había pocas almas que circularan las calles de la ciudad de
Buenos Aires, y no sin razón. Esteban miró con impaciencia el reloj y luego se
dirigió a la puerta, y al reloj nuevamente. Habían pasado ya 20 minutos de las
seis de la mañana y estaba impaciente por irse; pero el pibe no llegaba.
A pesar de tener
poco más de veinte y aspecto de haber usado los mismos jeans durante los
últimos 10 años, Joaquín era buen pibe y laburador. Muchas veces llegaba antes
de las seis y le decía: “Vaya, don Esteban, yo me ocupo”. Pero hoy no era el
caso.
Abrió uno de los
cajones del escritorio y comenzó a revolver el montón de papeles que tenía allí
guardados: por algún lado debía tener el teléfono, tal vez la mujer supiera
algo.
Esteban sabía que
se habían casado hace poco y que todavía no habían podido irse de luna de miel.
Sabía que su mujer (¿María? ¿Mariana? ¿Marina? Ya no se acordaba) trabajaba en
un barcito de la peatonal Florida y estudiaba arquitectura en la de Buenos
Aires.
Por lo bajo dijo
un insulto, cuando no encontró el papel.
-¡Ay, pibe! Espero
que no te haya pasado nada – murmuró, chequeando nuevamente el reloj.
Parte 3: 5:50 a.m.
Joaquín maldijo
por lo bajo cuando el milico le hizo señas para que desviara el auto. El reloj
de pulsera marcaba las 5:50. Encima que ya iba llegando tarde, tenía que ser
justamente el mismo día que los milicos estuvieran por el barrio. Cuando bajó
la ventanilla, un tipo alto y de voz profunda le dijo:
-¡Afuera!
Él abrió la puerta
y salió; sin esperar a que se lo pidieran, entregó los documentos. El oficial
revisó los papeles con toda tranquilidad, fue a la parte trasera y chequeó la
chapa patente, fue y habló con otro oficial. Fue en ese momento cuando Joaquín
se acordó cuanto odiaba que los milicos hijos de su madre se tomaran todo el
tiempo del mundo. Cuando el oficial volvió, prosiguió a hacerle las preguntas
de rigor: que quién era, dónde vivía, a dónde iba, dónde trabajaba, y así hasta
que Joaquín cometió el error:
-Disculpe, oficial
¿Hay algo mal? Es que llego tarde al laburo, ¿vio?
-¿Así que está
apuradito?– le respondió el oficial, mientras se le acercaba- ¡Pero mire usted!
¿Ve este gorrito? –Dijo, señalándose la cabeza- Mientras yo tenga este gorrito,
la razón es mía. Así que si yo decido que usted se queda acá, se va a quedar
hasta que a mí se me acurra, ¿soy claro, pibe?
Pero la…, pensó.
Llegaba tarde, y el milico no lo iba a largar.
Parte 4: 8 a.m.
Como vio que no
llegaba, Marina apuró el paso. La maqueta le pesaba, pero era consciente de que
lo que contenía era importante. Tal vez lo más importante. Una vez más sintió
la punzada de remordimiento y culpa que surgía al recordar cuánto le estaba
mintiendo a su marido. Si el supiera… si supiera quién era verdaderamente
Emilia…
Cuando tocó el
timbre del número 560 de Lavalle, una voz femenina preguntó:
-¿Quién es?
-Vengo a ver a
Emilia- fue su respuesta.
La mujer que le
abrió la puerta primero se aseguró de que nadie la hubiera seguido, y cerró
nuevamente la puerta.
-Está arriba- le
dijo.
Incómoda por la
maqueta Marina subió cuidadosamente las escaleras y entró en la habitación que
le resultaba tan familiar. Dejó la maqueta a un lado y se refregó los ojos.
-Hoy estás
destruida- dijo una voz.
Cuando Marina
levantó la cabeza, vio a “Emilia” con su clásico traje y sus inconfundibles
bigotes.
Parte 5: 6:45 a.m.
Joaquín venía
ensayando sus disculpas a Esteban desde que el milico lo largó. Estaba tan
enojado y tan distraído que no se dio
cuenta cuando seis hombres de anteojos negros bajaban de un Ford Falcon verde.
Parte 6: 8:05 a.m.
Al instante Marina
se dio cuenta que algo andaba mal. Félix –o “Emilia”- evitaba mirarla a los
ojos y, en cambio, corría apenas las cortinas del cuarto y observaba a lo largo
de la calle. Era como si esperara algo.
Un escalofrío le
recorrió la espalda cuando ella preguntó:
-Félix, decime,
¿qué pasa? Mirá que la información te la traje completita, no te preocupes.
Nadie se dio cuenta, además…
-Félix- dijo,
poniéndose seria, y sacándose su sobretodo rojo- ¿qué pasó?
-Primero, quiero
que sepas que el testigo es de primera mano, lo vio todo; es un ex policía,
¿viste? Pero, además, es un amigo.
Parte 7: 6:46 a.m.
El destino quiso
que el ex policía, Esteban Suárez, se asomara a las 6:46 de la mañana del día
viernes 15 de septiembre de 1978 y viera, con sus propios ojos, cómo un grupo
de hombres de anteojos negros se acercaba sigilosamente a un Joaquín distraído.
Le gritaron: ¡EH, PIBE!; y cuando él se dio vuelta le dieron un golpe en la
nuca. La acción duró poco, después de golpearlo lo subieron a un Ford Falcon
verde y la calle volvió a estar tan tranquila como antes.
Se quedó
paralizado por un momento, y luego volvió al teléfono. Esta vez marcó los
números que conocía demasiado bien.
-¿Félix, te
despierto? – Él sabe que no lo despertó, ese tipo no duerme nunca – Escuchame,
¿laburás con un pibe de nombre Joaquín? Espósito, de apellido.
Esteban no cree lo
que le cuenta. ¿La piba? ¿Marina?
Esteban se reclina
sobre su asiento mientras observa a los empleados entrar de a poco. Él nunca
los ve y ellos siempre lo veían a Joaquín. Cuando le preguntaban respondía: “No
sé, hoy no vino” y ellos seguían con su rutina. Volvió a recordar las palabras
de Félix antes de que éste colgara: “Estamos muertos, viejo, aniquilados. Nos
están bajando de a uno, ya nos convertimos en fantasmas”
Parte final: 9 a.m.
El viernes 15 de
septiembre del año 2000, Eduardo lleva ocupado su asiento de costumbre, justo
al lado de la ventana que daba a la avenida, desde las 8. Mira su anotador y
relee el texto que ha escrito. Es basura, concluye, al tiempo que tacha todo el
párrafo.
La campanilla del
barcito de la peatonal Florida suena cuando entra una de las meseras, con un
sobretodo rojo, y, sin mediar palabra, se pone el delantal.
Cuando ella se
acerca a su mesa para preguntarle si quiere más café, él puede darse cuenta que
ha estado llorando. Curioso, se pregunta por qué. Así, casi sin pensarlo, toma
nuevamente la lapicera, mientras la chica rellena su taza, y escribe las
palabras que darán comienzo a su relato: “A las 6 de la mañana del viernes 15
de septiembre, Marina apagó su despertador, como siempre lo hacía, y dio
gracias de que fuera el último día de la semana…”
Taller de escritura- ALEJAMIENTO - Noelia Arroyo, 15 años.
"Ellas se encontraban alteradas. La reina pensaba con rapidez la solución a este desastre. Optó por la misma rutina que siempre realizaban: las hormigas mas fuertes se encargarían de las larvas, el resto buscaría provisiones y un refugio.
En el hormiguero la temperatura se incrementaba con rapidez, los pequeños insectos perdían la paciencia.
De repente cayó del cielo un gran palo de madera de punta ardiente. El
niño, al ver que su experimento pirómano obtuvo resultado, dibuja una
sonrisa tétrica en su cara y disfruta del tétrico espectáculo.
Tiempo después, aburrido de explosiones y hormigas carbonizadas, el macabro niño se pone de pie. Inmediatamente comienza a sentir un dolor leve en la espalda, una sensación de ardor que se incrementaba violentamente.
Al mirar hacia atrás, buscando el causante del extraño fenómeno, su mirada se encontró obligada a subir, y allí la vió: una hormiga gigante, de color rojo, cuyos ojos resultaban ser lupas, lo enfocaba directamente."
Tiempo después, aburrido de explosiones y hormigas carbonizadas, el macabro niño se pone de pie. Inmediatamente comienza a sentir un dolor leve en la espalda, una sensación de ardor que se incrementaba violentamente.
Al mirar hacia atrás, buscando el causante del extraño fenómeno, su mirada se encontró obligada a subir, y allí la vió: una hormiga gigante, de color rojo, cuyos ojos resultaban ser lupas, lo enfocaba directamente."
lunes, 19 de noviembre de 2012
Ganadores del Concurso Cuento Breve 2012
1er. Premio: Leticia Sarli - Instituto Ntra. Sra. de Lujan de los Patriotas
"Círculos"
2do. Premio: Mariana Serfati - Instituto Ntra. Sra. de Lujan de los Patriotas
"Cada loco con su tema"
3er. Premio: Agustín Piacentini - Instituto San José
"Que Dios los ayude"
"Círculos"
2do. Premio: Mariana Serfati - Instituto Ntra. Sra. de Lujan de los Patriotas
"Cada loco con su tema"
3er. Premio: Agustín Piacentini - Instituto San José
"Que Dios los ayude"
¡¡¡Felicitaciones a los ganadores!!!
En próximas entradas iré publicando los cuentos ganadores.
jueves, 15 de noviembre de 2012
¡¡¡Para tener presente todo el año!!!
INSTITUTO NUESTRA SEÑORA DE LUJAN DE LOS PATRIOTAS
BIBLIOTECA
REGLAMENTO
1- Horario de atención: de 7.30 a 12.30 hs.
2- Toda la comunidad educativa tiene acceso a
la Biblioteca y su material.
3- Para permanecer en la Biblioteca se debe
ser respetuoso y trabajar en silencio.
4- Es importante no ingresar con bebidas y
alimentos que puedan dañar los libros y demás materiales.
5- Las obras de referencia* y colecciones especiales no están disponibles
para préstamo a domicilio.
6- Los usuarios podrán acceder de dos
formas a las obras de la Biblioteca.
6.1- Préstamo en aula.
6.2- Préstamo a domicilio: Para este tipo de préstamo el usuario deberá
ser socio** de la
Biblioteca. El tiempo de préstamo será de una semana, con
opción a una renovación más por igual
tiempo SIN EXCEPCIÓN. Los socios se
comprometen a devolver los libros en tiempo y forma, quienes incurran en mora o
dañen el material serán inhabilitados hasta tanto regularicen la situación.
6.2.1- El carné de socio es de
uso personal e intransferible.
7- Para permanecer en la Biblioteca en horas
de clase, se requiere la correspondiente autorización del docente.
8- Los usuarios se harán responsables de
mantener y cuidar el estado del material
que soliciten, tanto para el uso en la Biblioteca, en el aula, o en domicilio,
en caso de pérdida o deterioro deberán reponer el material.
9- Respecto al uso de Internet en la
biblioteca el mismo será facilitado para uso exclusivo de búsqueda de material
de estudio, acompañados por la bibliotecaria.
10- Se agradece la LECTURA y CUMPLIMIENTO de
este reglamento.
La Biblioteca.
*Obras de referencia: Diccionarios enciclopédicos, enciclopedias, y
otras colecciones que por la información que contienen se consideran
indispensables para el uso permanente en Biblioteca.
**La asociación es sin costo. Consultar en Biblioteca para tramitarla.
viernes, 9 de noviembre de 2012
Un mundo feliz de Aldous Huxley
Hace tiempo que este libro llegó a la biblioteca, desde entonces no pude sugerirlo a ningún lector, ya que no tenía conocimiento de su contenido, entonces, en unos de mis trabajos como bibliotecaria, que es conocer el fondo (fondo se le llama a los libros o documentos en todos los formatos que que componen la biblioteca) decidí leerlo. Gratamente me encontré con uno de esos libros.. que no quiero cerrar cuando me toca bajarme del colectivo!!! Ciencia ficción, manipulación genética, la producción en serie de seres humanos... y veremos a donde me lleva!! Recién lo empiezo, ya les contaré mi opinión cuando llegue al final!! y entonces sabré a cual de todos los usuarios (ustedes) podré recomendárselo!
No todos, leemos todo!! pero sí, hay un libro que va con cada uno de nosotros!! uno por lo menos.. pueden ser muchos más!!
miércoles, 7 de noviembre de 2012
El Ají de Alvaro Yunque
Hoy... hablando de libros y de lecturas con compañeras de la facultad... me acordé que mucho antes de leer las novelitas de Corin Tellado, con las cuales me pensaba en el inicio de la lectura, me acordé que a los 8 años, con una amiga de la infancia, cuando me quedaba a dormir en su casa, nos leíamos el cuento El Ají. Casi no recordaba la historia, pero si la tristeza y el llanto que nos provocaba cada vez que lo leíamos una a la otra en voz alta!! así que lo busqué ... y como muchas cosas.. estaba en la red.. El Ají, de Alvaro Yunque
http://www.alvaroyunque.com.ar/narrativa/barcos-de-papel/alvaro-yunque-el-aji.html
No se si es un gran cuento.. pero hoy me hizo llorar otra vez!
http://www.alvaroyunque.com.ar/narrativa/barcos-de-papel/alvaro-yunque-el-aji.html
No se si es un gran cuento.. pero hoy me hizo llorar otra vez!
viernes, 2 de noviembre de 2012
La noche boca arriba - Julio Cortázar
A mitad del largo zaguán del hotel pensó que debía ser tarde y se apuró a salir a la calle y sacar la motocicleta del rincón donde el portero de al lado le permitía guardarla. En la joyería de la esquina vio que eran las nueve menos diez; llegaría con tiempo sobrado adonde iba. El sol se filtraba entre los altos edificios del centro, y él -porque para sí mismo, para ir pensando, no tenía nombre- montó en la máquina saboreando el paseo. La moto ronroneaba entre sus piernas, y un viento fresco le chicoteaba los pantalones.
Dejó pasar los ministerios (el rosa, el blanco) y la serie de comercios con brillantes vitrinas de la calle Central. Ahora entraba en la parte más agradable del trayecto, el verdadero paseo: una calle larga, bordeada de árboles, con poco tráfico y amplias villas que dejaban venir los jardines hasta las aceras, apenas demarcadas por setos bajos. Quizá algo distraído, pero corriendo por la derecha como correspondía, se dejó llevar por la tersura, por la leve crispación de ese día apenas empezado. Tal vez su involuntario relajamiento le impidió prevenir el accidente. Cuando vio que la mujer parada en la esquina se lanzaba a la calzada a pesar de las luces verdes, ya era tarde para las soluciones fáciles. Frenó con el pie y con la mano, desviándose a la izquierda; oyó el grito de la mujer, y junto con el choque perdió la visión. Fue como dormirse de golpe. Volvió bruscamente del desmayo. Cuatro o cinco hombres jóvenes lo estaban sacando de ...
Continuar leyendo en ... http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/cortazar/nocheboc.htm
Dejó pasar los ministerios (el rosa, el blanco) y la serie de comercios con brillantes vitrinas de la calle Central. Ahora entraba en la parte más agradable del trayecto, el verdadero paseo: una calle larga, bordeada de árboles, con poco tráfico y amplias villas que dejaban venir los jardines hasta las aceras, apenas demarcadas por setos bajos. Quizá algo distraído, pero corriendo por la derecha como correspondía, se dejó llevar por la tersura, por la leve crispación de ese día apenas empezado. Tal vez su involuntario relajamiento le impidió prevenir el accidente. Cuando vio que la mujer parada en la esquina se lanzaba a la calzada a pesar de las luces verdes, ya era tarde para las soluciones fáciles. Frenó con el pie y con la mano, desviándose a la izquierda; oyó el grito de la mujer, y junto con el choque perdió la visión. Fue como dormirse de golpe. Volvió bruscamente del desmayo. Cuatro o cinco hombres jóvenes lo estaban sacando de ...
Continuar leyendo en ... http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/cortazar/nocheboc.htm
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